lunes, 6 de marzo de 2023

AJUSTE DE CUENTAS


 

AJUSTE DE CUENTAS

Querido amigo: escribo desde la cama, una tarde de cielo incierto, ¿te suena?, ¿no? ¡Ah!, ¡disculpa!, olvidé que sólo lees a Murakami o a Paul Auster, y de ahí para arriba. Pero, ¡tranquilo!, no voy a hablar de literatura. Para eso ya tienes el club de lectura, al que, por cierto, casi nunca vas y con el que casi nunca cumples. Si el libro elegido excede las doscientas páginas… o a tu cuñada la han operado de un juanete o tienes un invitado y debes hacer de anfitrión. Antes de nada, ¿te interrumpo?, ¿no?, tienes que perdonar, pero entre El Intermedio, Objetivo Igualdad y El Hormiguero y toda esa tele que dices que no ves, no sé qué hora es buena para llamarte. ¡Qué bien que sólo estuvieras cenando un poco de shushi! En nuestra época de estudiantes te sentaban bien esas albóndigas precocinadas que dices que nunca has comido, pero a mí se me atraganta hasta el agua del grifo.

Verás, le he estado dando vueltas y hay algo que se me escapa. ¿A qué me refiero? A tu biografía y la mía. Dime: ¿cómo lo haces? ¿Y esa sonrisa?, ¿dónde la has comprado? Te sienta como un traje a medida. Estás cambiado, pero como un odre que se llena. Eres el mismo, en una versión siempre mejorada. Yo corría, aceleraba, me empeñaba, pero siempre ibas dos pasos por delante. Aún recuerdo cuando te dio por el termalismo, aunque tú lo llamabas Spa. Te pasabas el día predicando los beneficios del agua a chorro. Después llegaron las catas de vino, la multipropiedad, el rafting, ¿hay algo a lo que no le saques brillo? ¿Recuerdas cuánto me gustaba tu descapotable blanco? Nunca te pregunté si lo pagaste a plazos o a tocateja. La última vez que te vi te habías pasado al coche eléctrico. Dices que te duele el planeta, aunque no sabes dónde.

¿Nos distanció la política o sólo me lo parece? La memoria me traiciona, ¿quién dejó a quién? Es verdad que la sangre nunca llegaba al río, hasta que un buen día… No estabas con la derecha ni con la izquierda. Odiabas los extremismos, aunque no supiste reconocerlos. Cuando se expresaban los centristas, los odiabas todavía más, ¿recuerdas que siempre acababas cargándome a mí el muerto? Te quejabas porque os lo gastabais todo, hasta el último pavo. Porque tú hablabas así. Sólo en la chica se te iban más de 600. Después estaban las dos casas, los coches, y comer gourmet, que cuesta un pico. Tenías hijos que mantener y me reprochabas que yo no los tuviera. Hasta el gato te costaba dinero. Te declarabas anti todo, pero tenías fondo de inversión, plan de pensiones, algunas acciones, y el capitalito que heredaste no fue poca cosa.

Le doy vueltas y más vueltas, para saber dónde tropiezo. Es que aspiro a parecerme a ti. Eras moro cuando estaba mal visto ser cristiano, pero fuiste cristiano para la lista de bodas de El Corte Inglés. A mí, que no organicé bodorrio, siempre me tocó regalar. Eras “anti”, ya lo he dicho, pero te casaste por todo lo alto. Dijiste que lo hacías por tus padres, para no disgustarlos, como si a mí mis padres me hubieran importado un pito. Te declarabas ciudadano del mundo y pusiste un pie en los cinco continentes. Entretanto, yo contaba las perras. Ahora tienes huerto ecológico, exaltas lenguas que no hablas y todos te hacen el rendevú. Tu sentido del humor, ¿sigue siendo tan agudo? Sí, ya sé, soy demasiado serio. Recuerdo aquel incidente, cuando escarniaron a tu hermano los de las murgas. Dijiste que se habían extralimitado porque “era uno de los tuyos”. No te hizo ni pizca de gracia.

De un tiempo a esta parte te sigo por las redes. Me asombra comprobar que no paras. Siempre te llaman a ti, para esto, para lo otro. Eres hombre de agenda y tienes cartera de clientes. Te he visto con una mujer a la que no reconozco. Creí que era tu sobrina, pero no, es tu nueva novia. La has elegido bien, alta y guapa, aunque no sé si puedo decir lo mismo de ella. He sabido que aspiras a prejubilarte en dos años. ¡Pero si somos de la quinta del 63! Te garantizan el cien por cien, y cuentas con algunas rentas: dos pisos y tres locales. Tu moneda siempre cae del lado de la suerte. Te indignabas a menudo, aunque nunca era por ti. Tus dos hijos son superdotados, con alto CI. Te lo dijo el psicólogo, que es tan imbécil como tú.

A mí no me va del todo mal, gracias por preguntar. Sí, ya sé que aún no has tenido tiempo de leerme. Trabajar me cuesta dinero y no me defiende ningún sindicato, pero eso, ¿a ti qué te importa? Estabas contra todo y a favor de todo. Guardabas las distancias y salvaste los muebles. Escondías la mano, pero tirabas la piedra. ¡Joder!, ¿cómo lo haces? Ya no formo parte de tu mundo, aunque ahora creo que nunca me incluiste en él. No sé dónde estás, políticamente, moralmente, gastronómicamente. Tus muertos fueron los muertos más importantes, ¡menuda pedazo de esquela que le publicaron al bueno de tu padre!

¿Sigues trayendo niños del tercer mundo a pasar el verano? Me acuerdo de Alí, el saharaui. Lo hacías para educar a tus hijos, me dijiste, ¡que sepan la suerte que tienen! El mayor iba para teleco, ¿y el pequeño?, ¿a qué se dedica? Todavía estaba en bachillerato cuando rompimos, ¡cómo pasa el tiempo! Seguramente uno decide su suerte. Resuena el aplauso unánime, ¿lo oyes? Es todo para ti. Podría mandarte a la mierda, así, sin contemplaciones, pero antes dime: ¿cómo lo haces?

martes, 20 de abril de 2021

PADRES E HIJES

 



Existe una fórmula muy antigua que consiste en saludar diciendo “señoras y señores” (el señoras por delante) o “damas y caballeros”. Esta especificidad de la lengua es anterior a movimientos feministas propiamente dichos o al prurito de “dar visibilidad”. Uno de los principios naturales que rige el uso de la lengua es el de la economía: consiste en simplificar el esfuerzo, abreviar, evitar fórmulas innecesarias.

Han saltado al ruedo las fotografías de ciertos libros de texto actualmente en curso. En una sola página se pueden encontrar hasta siete desdoblamientos: “judíos y judías”, “cristianos y cristianas”, “conversos y conversas”. Además “musulmanes y musulmanas” dos veces, “moriscos y moriscas” y “sospechosos y sospechosas”. El mismo Pérez Reverte ha recogido la imagen en un tweet, como académico y escritor. Decía así: “libros de texto escritos por idiotas para fabricar idiotas. Y hay colegios que los aceptan”. Para colmo de males, un mitin de la ministra de igualdad corre por las redes como la pólvora: habla de “hijos, hijas e hijes”, de “niño, niña, niñe” y de ser “escuchados y escuchades”.

Sería un error pensar que el discurso de Irene Montero no pasa de ser una anécdota estrafalaria. Cabe preguntarse quién demonios la educó a ella. Representa un compendio, una síntesis, un sistema complejo de dogmas y creencias. Combina lo que se ha dado en llamar “lenguaje inclusivo” con la “diversidad sexual”.

Las parteras de la lengua empezaron con la guerra de la “a” y la “0”. Eran marcas de femenino y masculino, pero no siempre. Por ejemplo, el plural de trabajador es trabajadores y no “trabajadoros”. Dicen “presidenta” pero no “pacienta”, “cantanta” o “estudianta”. El término “juez” puede ser fácilmente despachado sirviéndose del artículo: unos prefieren la forma “la jueza”, pero otros eligen “la juez”. Pasa lo mismo con “la médico” o “la piloto”, no así con “la portero”, cuyo uso correcto sería “la portera”.

Esta pugna de la “a” y la “o” queda superada, en mi opinión, por la inmensa riqueza del idioma y la pericia de quien lo usa. En un momento, sin embargo, se introdujo otro elemento de perturbación. Fueron los escuadrones de la “e”, con la que se designaba a todos aquellos que dicen vivir más allá de los estrechos límites del “sexo binario”. La fórmula es “bienvenidos a todos, todas y todes”. Hay desdoblamiento, sí, pero también “ideología de género”. Según Irene Montero, la naturaleza yerra en su fabricación de seres. Entonces ha de ser el Estado (que ella representa con mucho gusto) el que “reasigne el género”. Si una mujer de 40 kilos se autopercibe gorda, se la manda a psiquiatría, pero si se autopercibe hombre, no.

El discurso de la ministra es real, por mucho que parezca delirante. Orientar a las personas con “problemas de identidad sexual” antes de que hagan algo irreversible lo considera una “terapia de conversión” aberrante, propuesta por la derecha política. El llamado Lobby Europeo de Mujeres no le da la razón ni de broma. Acaba de publicar un libro cuyo título en español (El género daña) no deja lugar a dudas.

La lengua está viva, en perpetuo cambio y evolución. El ministro de Ciencia atribuye un machismo inmovilista a la Real Academia, quizá porque no ha leído El Quijote o La Celestina. Las nuevas realidades exigen términos nuevos, como vigoréxico o finde, pero la palabra (nominalismo puro) no basta “para hacer la cosa”. Dicho sin rodeos: no sé qué es “une hije” o “une niñe” que quiere “ser escuchade”. Lo que sí sé es que en Francia han dicho “hasta aquí hemos llegado”. El “lenguaje inclusivo” no era aceptado por la Real Academia de la república, como tampoco lo es en nuestra monarquía parlamentaria. A excepción de algún caso, queda excluido de los textos oficiales.

Si hubiera pataleta feminista, estaría de entrada descalificada. Basta echar un vistazo a los excesos de nuestros libros de texto, para comprobar hasta dónde somos capaces de errar. Se empieza por el “bienvenidos a todos y todas” y se acaba en un callejón sin salida. Los primeros “idiotas” a los que se refiere Reverte fueron los políticos, seguidos muy de cerca, ¡ay!, por los profesores.

Si se frenan los abusos del lenguaje inclusivo, tampoco habrá que mencionar “el tercer género” que no es género. Así y todo, la cosa no acaba aquí. Hace unos días salió la noticia de un trans que realiza su cambio de mujer a hombre. Antes de incapacitarse definitivamente como mujer, ha elegido “ser madre siendo a la vez padre”. Su apariencia es la de un caballero con un abdomen abultado. Desde luego necesita una expresión ad hoc: se lo llama “padre gestante”. Si se tratara de una mujer, no diríamos “madre gestanta”. El caso al que me refiero no necesita la expresión “ser escuchade”. La razón no es otra que, nacido mujer, “se autopercibe” hombre y no “no binario”. Vive un preciso instante en que ambas realidades se fusionan, en virtud de un difícil equilibrio cuyas consecuencias no conocemos.

Yo, que trabajo con la lengua, empiezo a sentir un aliento helado detrás de la nuca. Veo llegar el día en que algún oportunista y arribista (y los hay a puñados) emponzoñe el oasis literario. Si usa desdoblamientos en su lírica sublime, recibirá un premio nacional, con el cuento de que está siendo “precursor, innovador y renovador de las formas tradicionales caducas”. Aprovecho para acusar a los que usan y abusan de la antipática arroba. Fueron los propios centros “educativos” los que la introdujeron en documentos y circulares para las familias. Se ve en artículos de opinión como si formara parte de nuestro alfabeto. ¿Cómo pueden escribir con este (@) engendro?

Si la literatura es la más alta producción de un idioma y no soporta ni necesita el lenguaje inclusivo, ¿por qué aplicarlo? El machismo reside en los discursos, ¡y ahí nos veremos las caras! María Dueñas acaba de declarar, ni corta ni perezosa: "Conmueve ver cómo aprenden a leer mujeres que se han pasado la vida limpiando oficinas". De los hombres no dice nada, vaya usted a saber por qué. Ellas son las analfabetas del Siglo XXI y no ha visto nunca a un señor abrillantar el suelo de un centro de salud. En cuanto a mí, lo dije una vez y lo repito hoy, alto y claro: no me rindo ni me arrodillo, ante nada ni ante nadie.

 


martes, 23 de febrero de 2021

MUDANZA

 


Se dice que en tiempos de tribulación no hay que hacer mudanza. El candidato Pablo Casado (¡cuántos Pablos hay!) no parece estar de acuerdo. Se anuncia el cierre de la sede del Partido Popular en Madrid, sita en la calle Génova. A partir de ahora tendrá que cambiar el lenguaje de los plumillas. Suelen escribir así: “en Génova no confirman la noticia” o “aseguran fuentes de Génova”. Me recuerda mucho al sarcasmo de Juan Pablo Castel (el personaje de El túnel), cuando se mofa de quienes dicen “la séptima”, en lugar de decir “la séptima sinfonía de Beethoven”.

Otra dirección general para el periodismo ha sido Ferraz. No la calle Ferraz nº 70, no, Ferraz, a secas. La fórmula es la misma: “en Ferraz los ánimos están muy bajos, o muy altos” o “desde Ferraz…Lorena Bernal informa”.

Una tercera sede bastante bien plantada es la de Ciudadanos, en la Calle Alcalá 253: grandes cristaleras, despachos tubulares, puestos subalternos. En muy poco tiempo Albert Rivera pasó de ser el líder absoluto a no poner un pie por allí. Fue como cuando una nube acaba en galerna en apenas media hora.

Todo este aparato logístico se mantiene gracias, en parte, al erario público. Está perfectamente tasado por una democracia cara y generosa, en función del número de representantes que el partido tiene. Recordemos los sucesivos recortes (hasta 3) que se hicieron a la dotación económica de partidos, sindicatos, patronal: concretamente alcanzó el 60%. Si ahora cuentan con posibles, ¿de cuánto disponían entonces? Son verdaderas empresas, pero muy improductivas. La tropa, sin embargo, sobrevive como puede en cada pueblo de España. Y hay que decirlo honestamente.

La sede del PP en Madrid ha sido la casa de los poltergeist. Algunos eran ruidos domésticos, como las obras de remodelación y la forma de pago. El periodismo más hostil quiso convertir el edificio en una cueva de Alí Babá: los cuarenta que pasaban por allí (fuera cierto o no) tenían que ser ladrones. Para los nostálgicos será duro deshacerse de la casa matriz. Para otros se trata de un renacimiento esperanzador, como poner el contador a cero. Pero el cambio de aires, decía Nabokov, es la falsa esperanza de los pulmones (y los amores) condenados. Cayetana Álvarez de Toledo afirma que Casado ha defraudado a los que se unieron a él. Ella va más mucho más lejos, siempre y en todo. Quizá le ha llegado la hora de dejar el partido y por segunda vez. Apuesta por una reagrupación de fuerzas en el constitucionalismo. Ese sueño no se va a materializar.

Surgió una tentación similar, cuando UPyD estaba operativo. El propio Sosa Wagner (eurodiputado entonces) era partidario de una fusión con Ciudadanos. La prensa apuntaba al duelo de dos egos, entre Rosa Díez y Albert Rivera, culpándola a ella. Ahora pelea en los medios y sobre Rivera circulan rumores de reinicio.

Es inútil (¡ay!) ilusionar en el presente invocando el pasado. El marianismo representa (sea justo o no) el lastre más inmediato de Pablo Casado, pero no el único. Rajoy hacía tándem con Soraya Sáenz de Santamaría, una abogada del estado pequeñita, con mucho carácter. En vano ganó aquellas primarias de las que se mofaban en el PSOE. Según los socialistas, la democracia interna (¡Borrell!) solo la practicaban ellos. Votaron muchos menos afiliados de los que se estimaban como tales. Después entraron los compromisarios a mangonear, porque la voluntad de las bases no era suficiente. Cospedal movilizó sus fuerzas para remar “contra Soraya”.

Es curioso, por lo complejo que resulta todo. La propia Cayetana (siempre un valor en alza) fue una detractora de Mariano. Y lo fue hasta el punto de que abandonó la actividad política y votó a Ciudadanos. El presidente del nuevo PP que la reflotó le dio enseguida el finiquito. Los simpatizantes de VOX la reclaman para sí, pero a ella no le gusta VOX. Alertó, sin embargo, contra la voladura de los puentes con sus votantes. Mantuvo excelentes relaciones con José María Aznar, cuya mano está precisamente detrás de esa voladura. El nuevo presidente estaría renegando de aquel hombre de bigote que fue su mentor.

Pablo Casado es lo que se entiende por “un buen chico”. Lo recuerdo en sus años de diputado raso, siempre dispuesto a dar la cara en las televisiones. Discursos planos, eso sí, de fonética perfecta. En ese sentido es tan impecable como la reina Letizia. Le ha tocado lidiar con una realidad que lo supera. Por más que estrene despacho, le perseguirá la sombra que algunos consideran una derecha acobardada. Solo en una ocasión se desfondó, como el Hyde del doctor Jekyll: el día que cargó contra la persona de Santiago Abascal.

De vez en cuando trato de imaginar a Soraya ocupando su lugar y me hago preguntas. Conecto bien con gente que la detesta, ¿qué se le va a hacer? ¿Le habría recordado al candidato de VOX que el PP le dio trabajo? ¿Consideraría Soraya un privilegio haber sido un humilde concejal amenazado? Me aburre el feminismo llorón, por anticuado, y me empacha la perspectiva de género para todo. Mis tiros, pues, no van por ahí. Pero no me digan que no habría estado bien, mejor que bien: una candidata, con “a”, y por la derecha.

 

martes, 16 de febrero de 2021

MATAR AL PADRE

No sé si hacer una recomendación o no. Cada uno es dueño de un tiempo que no nos sobra. Me estoy refiriendo a entretenerse con las letras y los tweets de Pablo Hasél. Al fin y al cabo son la causa de que haya caído en desgracia. Existe un precedente, de nombre Valtónyc. Es un tipo fornido y bastante violento. En Bruselas intentó agredir a un joven, a la puerta de una institución. Le arrancó la bandera española con ínfulas de matón y a grito pelado. 

Pablo Hasél ya viene rebotado de una primera condena. No tenía antecedentes penales y por eso se libró de la cárcel. Corría el año 2015. Seis años después no le sonríe la misma suerte. El caso es que ha doblado seguidores en Twitter. Además unos 200 españoles de pedigrí han firmado un manifiesto en apoyo de su causa. Afirman que "la persecución a raperos, twitteros, periodistas, así como otros representantes de la cultura y el arte, por intentar ejercer su derecho a la libertad de expresión se ha convertido en una constante".

Siendo rigurosos, tal afirmación sería falsa. La llamada "libertad de expresión" está amparada, incluso por ley. Cualquiera puede decir cualquier cosa, aunque no en las redes sociales. Nada más arbitrario que el criterio de Silicon Valley. Para acabar en un juicio, alguien tiene que denunciarte. Hablan de ejercer un derecho en forma de "tentativa". Es decir, el sujeto lucha contra viento y marea en una tarea titánica. Si fuera así, ¿quiénes o qué estarían del "otro lado"? 

Se acusa al cantante por "injurias a la Corona" y "a las instituciones del estado", además de por "enaltecimiento del terrorismo". Los dos primeros delitos no implican penas de prisión, pero el tercero sí. Ignoro qué pasaría en Francia, si alguien invoca el yihadismo para acabar con el adversario. Después de Bataclán y de Charlie Hebdó la opinión pública no está para bromas. Se me dirá que los dibujantes pagaron con la vida su libertad de expresión, nada menos. Se me dirá que los asesinos se consideraban tan ofendidos como ofendido se considera ahora el aparato estatal. Es una espiral compleja, pero no irresoluble: los asesinados dibujaban a Alá, pero los terroristas decidieron matarlos.
Llama la atención el caudal de asco que acumula Hasél en su interior. Más que cantar, vomita. Es como si fabricara detritus continuamente. Nada de lo que lo rodea lo reconcilia con la vida. La obsesión con Juan Carlos I excede cualquier medida, por mucho margen que se le conceda. Su canción "El borbón bobón" es un monumento al analfabetismo político. El mundo de la cultura, (como si fueran todos) puede sacar pecho. Defienden un derecho que se revuelve contra sí mismo. El otro punto focal son los cuerpos y fuerzas de seguridad. Como se ve, se trata de figuras de autoridad. Apostaría una cena a que Hasél arrastra un trauma con su padre. Según él, el mundo es un infierno porque existe un rey. Necesita acabar con él, como sea, cuanto antes. Reclama la república popular como un cuento de hadas. Se quedó anclado en un punto lejano de su infancia rota. O eso, o no me lo explico.
Cabe preguntarse qué hay en la cabeza de estos sujetos. Un novelista puede dar cuerpo a un etarra y hacerlo hablar sin que le pase nada. El enaltecimiento del terrorismo no es libertad de expresión ni la libertad de expresión culmina con su amparo. Parece muy fácil de entender. 
Estaría dispuesta a admitir que existen alternativas a la pena de prisión. Por ejemplo: servicios a la comunidad, como hace Iñaqui Urdangarín, cuando sale. Pero eso no significa que estamparía mi firma para darle mi apoyo. Él se lo guisa, él se lo coma. Yo misma iría a la cárcel, si lo que está en juego es una novela mía. Aquellos que defienden a Hasèl denunciarían todo rastro de xenofobia, sexismo, homofobia. Exigirían una forma comúnmente aceptada de censura. Incluso se reescriben los viejos cuentos infantiles.
Este rapero no tiene alma de creador. Cuenta Sánchez Dragó que sus entradas en prisión eran aventuras. Sabía que allí había un caudal "de experiencias nuevas", de "autoconocimiento". Era joven, pero estaba hecho con madera de escritor. Contrasta la contundencia de las letras con la resistencia a cumplir condena. A chirona entró la mismísima Isabel Pantoja y sin hacer tanto ruido. Seguro que pensaba que no lo merecía, ¿cuál era su pecado? A Hasél, que ya estaba advertido, le ha dado una pataleta. Conocía el código penal por experiencia previa. Cuando escupe su asco, está influyendo en la chavalería que le aplaude. El "no matarás" le inspira, pero solo si el muerto le cae bien y si se lo puede endilgar a la policía. No tiene un orden moral muy claro.
Los nombres de los firmantes no me cogen de sorpresa: Almodóvar y Bardem, ¡cómo no! También se han unido Almudena Grandes y Juan José Millás. Como si lo viera. Ana Pardo de Vera es otra entusiasta. Esta lucense ilustre, sin embargo, entiende que a los de VOX se los trate a pedradas. ¿Y por qué lo entiende, se preguntarán ustedes? Porque lo que dicen (dice ella) no se puede decir. 
Son, en realidad, élites que desprecian la cárcel, pero no en sí misma. Al trullo van los heroinómanos, los raterillos, gentecilla de esa. Para ellos se reservan la moqueta de los premios Goya, o del Palau de turno. Si se trata de la farándula, no hay ley que valga.